Mujeres de TRYMéxico ocupando el espacio público en el marco de las actividades del movimiento feminista en México

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31 mayo 2022

En Ciudad de México, desde 2011 y de manera ininterrumpida hasta 2022, el 8 de marzo, diversos grupos de mujeres y feministas nos encontramos para tomar las calles, conmemorar colectivamente y alzar la voz a favor de nuestros derechos. Antes, en el 2007, las mujeres habían marchado gritando ¡Las mujeres no somos botín de guerra!, pronunciándose en contra de la militarización del país, la violencia sexual y la impunidad en los casos de agresiones contra las mujeres (Atenco estaba en la memoria[1]). Sin embargo, fue después de 2011 cuando la toma de las calles se instituyó para reivindicar nuestros derechos y exigir vidas libres de violencia para nosotras. Desde ese año las mujeres nos hemos tomado las calles del centro y nuestras consignas han resonado en los recorridos por la Avenida Reforma, en el Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, la Secretaría de Gobernación, el Hemiciclo a Juárez, el Monumento a la Madre y el Zócalo de la Ciudad de México.

Desde el 2017, la convocatoria y las reivindicaciones feministas del 8 de marzo tienen cada vez más eco. Colectivas de mujeres, grupos feministas, organizaciones sociales y muchas mujeres más, denunciamos en las calles y el espacio digital, la cruda situación que enfrentamos en México[2] por medio de performances, cantos, batucadas, pintas, graffitis, foros, galerías, entre tantos otros. Producto de esta aguerrida, necesaria y festiva lucha, en 2019 se instaló la Antimonumenta[3] en la Avenida Juárez y en 2020 marchamos más de 80,000 mujeres en la Ciudad de México y se desarrolló con éxito la jornada “Un día sin Nosotras”, resultado del Paro Internacional de Mujeres el 9 de marzo, con la consigna “El nueve nadie se mueve”. En 2021, pese a la pandemia, más de 20,000 mujeres se movilizaron en las calles y el espacio digital se tiñó de morado (color que simboliza al feminismo) y verde (color que representa las luchas por la legalización del aborto) para ampliar el eco de las demandas y luchas feministas. Las marchas en torno al 8M movilizan la fuerza de las reivindicaciones de la mujeres y conmemoran las luchas feministas que han acompañado a México en el siglo XXI. Así nuestras voces siguen gritando “¡Estado feminicida!” y “¡Nos queremos vivas, libres y sin miedo. Ni una menos!”.

En todo este proceso, el papel de las estudiantes universitarias ha sido fundamental. También en este ámbito se ha visibilizado la violencia en contra las mujeres y se ha demandado por transformaciones institucionales que permitan que las universidades sean espacios libres de violencia. En los últimos años, las estudiantes han protagonizado importantes movilizaciones (incluyendo las tomas de algunas facultades) para visibilizar la violencia que vivimos las mujeres, exigir sanciones para los agresores y justicia para las víctimas.

Con todo eso en la memoria, el 8 de marzo de este año, nos tomamos de nuevo las calles y no lograron contenernos los muros destinados por el gobierno para cercarnos[4]. Fuimos una marea imparable de mas de 85,000 personas -mujeres cis, personas trans, subjetividades no binarias-. Desde muy temprano y hasta el anochecer, nos encontramos, nos acompañamos y juntas potenciamos gritos, pintas, performances y reflexiones por el cuidado mutuo. Con rabia, la rabia potente de los feminismos en la calle, rechazamos la violencia machista, las desapariciones de nuestras compañeras, la explotación y el miedo. ¡Fuimos todas! estuvimos juntas y una vez más las calles se tiñeron de violeta y retumbaron con nuestras voces “¡Ni una más!”, “¡Nos queremos vivas!”, «¡Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía, yo soy mía, no, que te dije que no, pendejo no!»

En la jornada, las Antimonumentas fueron puntos de congregación, de parada y de lucha. Particularmente, la Glorieta de las mujeres que luchan fue un lugar de memoria, contacto y respeto durante la marcha. En esta antimonumenta, en donde antes se encontraba la estatua de Cristóbal Colón, se instaló este año una mujer morada que representa a las mujeres desaparecidas o asesinadas y que exige justicia; allí también se colgó un tendedero de denuncias y protestas que se construyó desde el 5 de marzo a partir de los #Yodenunciépero, #Yodenunciéporque y #Somostodas.

¡Fuimos todas! sí, pero el todas no nos homogeniza, trascendemos el ideal institucionalizado de LA MUJER promovido por la ONU. Los debates entre el movimiento separatista y compañerxs que no se reconocen como mujeres -pues transgreden la dicotomía del sistema sexo-género y heteronormado- también se sintió el 8M en las convocatorias, las pintas, el orden de los contingentes, las arengas y los colores de las banderas. Además, las reivindicaciones de aquellas que no se retratan en los medios, las trans, las migrantas, las negras, las indígenas, las mujeres con otras capacidades, las mujeres en situación de calle, también dejaron huella en las calles el 8M.

Las movilizaciones, reflexiones y protestas no se limitaron al encuentro callejero o al 8M. En un potente encuentro sobre las “Mujeres en situación de calle”, propiciado en el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, como parte de la Jornada de pláticas “Espacios de diálogos, respeto y entendimiento”, se discutieron las principales circunstancias que viven las mujeres en situación de calle. La mesa estuvo conformada por la Dra. Alí Ruiz Coronel, Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS-UNAM), experta en población en situación de calle; Laura Díaz, Médica Teniente que trabaja en brigadas de atención en poblaciones en situaciones de vulnerabilidad; Victoria Sámano, Directora de LLECA Escuchando la calle, un colectivo y refugio que apoya mujeres trans trabajadoras sexuales en situación de calle; y la Mtra. Lorena Paredes, cofundadora de Psicocalle Colectivo y estudiante becaria de TRYSPACES. (Ver en  https://www.facebook.com/C3.unam/videos/677841793651480)

También, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, se organizó el encuentro “Diálogos por una sociología feminista en América Latina. En homenaje a Alaíde Foppa”, que contó con la participación de estudiantes y profesoras de tres países; de Colombia, Yenny Carolina Ramírez y María Salomé Daza; de Argentina, Eliana Debbia y Maximiliano Tagliapietra; y de México, Selene Aldana Santana, Mariana García Crisóstomo y Ángela Margoth Bacca, investigadora de TRYSPACES. El evento homenajeó la obra de autoras que han contribuido a la teoría sociológica y buscó dialogar sobre diferentes iniciativas para cuestionar el canon androcéntrico presente en las academias latinoamericanas y construir caminos feministas para lograr su transformación desde las aulas. (Ver https://www.youtube.com/watch?v=x4SO7KfXsBI&t=10s)

Además, en el marco del 8M se han organizado en las facultades y escuelas que conforman la UNAM (principal universidad pública del país) más de 450 actividades (https://drive.google.com/file/d/1-qwrKuMc54RFtD1KIyFHYQSsat4p8WSJ/view) tanto presenciales como virtuales, incluyendo conferencias, conversatorios, cinedebates, mesas de diálogos, entre muchas otras, con participación de académicas, estudiantes y colectivas. Igualmente, la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU – UNAM) ha colgado en su plataforma materiales dirigidos a los hombres que integran la comunidad (académicos, estudiantes, administrativos), que les permitan pensar su papel en el marco de estas conmemoraciones y, en general, para lograr sociedades libres de violencia. La universidad acompañó las movilizaciones del 8 de marzo, así como el llamado a “Un día sin mujeres” el 9 de marzo, invitando a que los hombres de la comunidad mantuvieran sus actividades cotidianas y reflexionaran sobre el significado de la ausencia de las mujeres de los espacios comunes.

Las múltiples actividades a propósito del 8M se extienden durante el mes de marzo y son muestra de la vida de los movimientos feministas y de mujeres, en México. Es esta enorme marea la que ha logrado trastocar los sentidos institucionales del 8M de las organizaciones de gobierno y multilaterales; recuperar la historia de las conmemoraciones de las mujeres obreras socialistas de inicios del siglo XX; posicionar en el debate público las denuncias y exigencias contra la aguda violencia que enfrentamos las mujeres; y construir desde la calle hasta la academia espacios de expresión y debate para un mundo libre de violencias, feminista y justo.


[1] El 3 y 4 de mayo de 2006, en el municipio de Atenco, Estado de México, vecinos, vecinas y activistas organizados contra la construcción en sus territorios del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Esos días el gobierno del Estado de México llevó a cabo un represivo operativo militar, en el cual se cometieron graves violaciones a los derechos humanos de las personas detenidas. En 2018, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció al Estado mexicano como responsable de tortura física, sexual y psicológica de 11 mujeres detenidas sin justificación en medio de las protestas.

[2] En México, los antimonumentos son obras simbólicas autogestionadas, instaladas en los espacios públicos, que transgreden el olvido -social y estatal- y denuncian la impunidad en casos emblemáticos de violencia, desastres y crímenes de Estado. Las antimonumentas en Ciudad de México, y en otros lugares del país como Nezahualcóyotl, Jalisco y Chiapas, han sido promovidas por familiares de víctimas de feminicidios y colectivas feministas, y simbolizan la exigencia de justicia para las miles víctimas de violencia de género y feminicidios.

[3] En 2021 en México fueron asesinadas 2,747 mujeres, es decir, alrededor de 10 mujeres diariamente. De estos crímenes, sólo el 27% fue tipificado como feminicidio y se estima que la impunidad ronda en más del 95% de los casos. Además, se registraron 253,736 denuncias de violencia familiar y 21,188 denuncias de violación (que incrementó un 20% respecto a los dos años anteriores). Así mismo, durante la pandemia se agudizaron las brechas salariales, y las vulnerabilidades de las mujeres dado el peso de las actividades económicas-reproductivas y de salud que recayeron sobre ellas, la alta informalidad y desempleo de las mujeres. Consultar el reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de enero de 2022 https://drive.google.com/file/d/1NBXVxuDczwaL2XVf4l0br8HL0JlBvbTz/view

[4] Desde el 2020 el gobierno de la Ciudad de México ha colocado láminas metálicas para “resguardar” monumentos y edificios gubernamentales, argumentando que las intervenciones feministas sobre sus paredes atentan contra su valor cultural y de conservación. Las disputas sobre el carácter cambiante de los monumentos han sido elemento de debate por parte de varias colectivas feministas @RestauradorasconGlitter, @antimonumenta.